En esta nueva entrega de “Nidos de Colibrí, perfil y quehaceres”,
¿Cómo llegaste a ser parte de IBBY Chile y qué significa para ti participar de esta comunidad?
Me integré a IBBY cuando regresé a Chile después de mi doctorado en Suiza. Me invitó Constanza Mekis en su momento y me gusta que IBBY sea una comunidad muy potente a nivel internacional para la promoción de la literatura para niñes y jóvenes. Participo también de otras agrupaciones de investigación en LIJ, pero IBBY es muy especial en esto, reúne también a personas del ámbito de la mediación y la edición.
¿Cuál dirías que es la relevancia de la Medalla Colibrí para la sociedad y la LIJ?
Creo que ha sido muy potente para el desarrollo de la edición de LIJ en Chile. El premio es una referencia en el gremio y permite que obras magníficas tengan atención, porque se edita tanto que hay libros buenísimos que pasan desapercibidos; es una pena. Por lo mismo me parece bien que tenga tantas categorías ya que permite dar visibilidad a más libros, autores y editoriales. Y es también importante, porque de las obras premiadas en Colibrí sale la mención para el Andersen. Los premios se alimentan unos a otros lo que es problemático, pero bastante inevitable.
Colaboraste, junto a Ignacia Saona en la elaboración de un primer jurado compuesto por niños y niñas para la Medalla Colibrí en 2022, ¿cómo surgió la idea y cómo fue la selección de los participantes?
En el proyecto #EstoTbn trabajamos habilitando espacios de participación para niños y niñas en la recomendación cultural. Llevábamos en este proyecto ya un año cuando se me acercó Luz Yennifer Reyes con la idea de incluir la participación de niñes en la Medalla Colibrí y rápidamente nos organizamos para colaborar. Nosotras invitamos a niñes con los que ya habíamos trabajado, a ser parte del jurado y pudimos financiar el trabajo de éste como parte de nuestro proyecto de investigación.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con niños y niñas del jurado?, ¿cuál consideras que fue su aporte y diferenciador en las evaluaciones?
Fue una experiencia riquísima. Me atrevo a decir que tanto la edición como la promoción de la literatura infantil y juvenil se hace en base a premisas en las que las y los niños son sujetos en formación que necesitan ser guiados por adultos; desde ahí se descuelgan unas cuantas acciones que invisibilizan o de frentón frenan sus aportes. Fue genial plantear una instancia en la que ellos nos tenían que guiar. No me gustaría generalizar y decir que evalúan los libros más así o más asá, pero creo que sin duda algo potente se mueve cuando son ellos quienes toman la decisión y creo, también, que es un reconocimiento especialmente valorado por los autores.
Considerando esta extraordinaria contribución a la LIJ, ¿hacia dónde debiéramos encaminar estos espacios de interacción para seguir validando la voz de niñas y niños?
Tenemos tanto espacio para explorar. Un ámbito en particular que me interesa es lo de pensar en la participación incidente de niños y niñas en bibliotecas. Tanto en el desarrollo de colecciones, como en la organización del material, así como en cómo documentamos y conservamos el trabajo creativo de niños y niñas. También creo que podemos avanzar mucho integrándoles como mediadores de lectura y, como hemos hecho, en procesos de recomendación de obras culturales. Hay muchas iniciativas trabajando en estas direcciones y las posibilidades son infinitas.
Eres parte del programa “EstoTbn”, una plataforma colaborativa de recomendación de literatura infantil y otras obras, ¿cuál es su finalidad y tu participación en ella?
Sí, armamos #EstoTbn durante la pandemia con Ignacia Saona y Soledad Véliz para investigar sobre la recomendación de libros y obras culturales. Era un tiempo de mucha demanda de lecturas y recomendaciones para ver en casa y partimos por armar una lista de obras que nos parecían valiosas y empezamos a trabajar con un grupo de niños y niñas a las que se las mandamos y les pedíamos sus opiniones, consultando si las recomendarían y a quién. Buena parte de ese trabajo lo recogemos en nuestra cuenta de Instagram @EstoTbn en la que subíamos posts con las obras que más interés tenían —interés, digo, porque no necesariamente aparecen con la lógica de que haya un acuerdo en que son recomendables—.
Fue un proyecto primero anclado en el Centro de Estudios Avanzados en Justicia Educacional de la UC que pudimos después ampliar con dos proyectos Fondart (uno de ellos liderado por Carolina Navarrete de la UFRO en Temuco). En algún momento pensamos que lo que mejor lo definía era lo de ser una plataforma, porque nos permite hacer otras cosas y unir proyectos, pero siempre dándole vuelta a la recomendación de obras culturales para/por niñes. Y supongo que también porque el proyecto ha estado muy definido por un modo de hacer que viene del tipo de investigación que hacemos: participativa, basada en artes, postcualitativa. Hemos colaborado con niñes en distintas regiones y también con bibliotecarios y profes. En #EstoTbn estamos siempre buscando la colaboración con otras iniciativas.
En tu presentación del programa mencionas que cuando niña decías que ibas a escribir libros infantiles porque te costaba encontrar los que a ti te gustaban y que eso aún te pasa. ¿Qué características debían/deben tener esos libros?, ¿has encontrado alguna obra recientemente que pueda ser aquel codiciado tesoro de infancia?
¡Ahora hay muchas! Yo crecí en los 80 y era muy pobre la oferta. Me leí toda la serie naranja de SM no porque me gustase tanto, sino porque era lo que estaba disponible. Me leí todo Enid Blyton. Las Crónicas de Narnia las debo haber leído unas tres veces. Me los leía una y otra vez porque no encontraba nada que me gustase para seguir leyendo. Después, mucho después, leí Pippi Calzaslargas y decía ¡cómo no supe que esto existía! ¡O Roald Dahl! Ahora hay mucho, pero supongo que sigo trabajando movida por esto de la falta de acceso y me sigue interesando cómo cada libro encuentra a su lector. Asumo que es una cuestión obstinada mía, porque hoy es muy distinto: hay un mundo ahí afuera con algoritmos que algo le van a apuntar. Y eso ya me va interesando más: cómo interrumpimos la oferta del algoritmo y leemos, vemos, escuchamos más allá de lo que nos recomienda la plataforma.
También disfrutas de la poesía, ¿qué autor/a te conmovió con sus versos cuando niña?
No leía poesía de niña. A excepción de las “Coplas a la muerte de su padre”, la poesía en el colegio me pareció siempre una soberana lata. Pero de grande sí que he encontrado a algunos autores de poesía para niños que tienen más filo. Gloria Fuertes, Marina Colasanti, la poesía de Gianni Rodari, por ejemplo.
Eres autora de “Enseñando a sentir. Repertorios éticos en la ficción infantil”, ¿cómo surgió esta idea y qué buscas entregar con la obra?
En 2019, hice una estancia de investigación en la Universidad de Graz en Austria con un grupo de investigación en literatura y emociones. Una de las actividades fue bosquejar un libro sobre el tema en relación con mis investigaciones en literatura infantil. Estuve dos meses en Graz y alcancé a comenzar a escribir, muy tentativamente, un primer capítulo.
Luego llegó la pandemia y esos primeros meses se me hicieron muy difíciles: tenía dos hijos que estaban sin colegio, yo hacía clases online, de esas clases en las que nadie prendía la cámara y tenía un montón de reuniones que se me hacían muy tediosas. En algún momento de desesperación me dije que tenía que escribir este libro y me comencé a levantar muy temprano para escribir. Es mi libro pandémico; sino no fuese por la urgencia de ese momento quizás todavía le estaría dando vueltas.
En Enseñando a sentir doy cuenta de cinco años de investigaciones sobre emociones, temas difíciles y literatura infantil. Algunos de los capítulos son versiones nuevas de investigaciones que ya había publicado en inglés y otros fueron escritos para el libro para acabar de redondear su argumento sobre cómo es que utilizamos —o pretendemos usar— la literatura para la formación emocional y ética de niños y niñas. El libro va cambiando de registro, pero mantiene el tono, me parece. Cambia de registro, porque hay crítica literaria más tradicional y también capítulos que dan cuenta del trabajo empírico con literatura y cultura para niños y niñas en distintos espacios.
Siempre estás a la vanguardia en LIJ. Estás en Childcultures también. ¿Nos podrías contar al respecto? Asimismo, sobre otros proyectos que estés desarrollando, a los que quisieras referirte.
ChildCultures es un proyecto de investigación que estoy llevando a cabo en Glasgow y Barcelona (y que tiene también una “patita” en Santiago). Es un proyecto que hago gracias a que me gané una fellowship de la Unión Europea, una Marie Curie, que le llaman, en la que colaboro con los estudiantes y el ‘teaching staff’ del máster europeo Children’s Literature Culture and Media (CLMC) en el que participan cinco universidades europeas. En el marco de este proyecto he seguido trabajando sobre premios literarios en cuyos jurados participan niños y niñas. Y también estamos haciendo ahí un pequeño estudio con niñes como co-investigadores. Esto es algo que haré por primera vez y que me interesa mucho, porque implica también soltar bastante el control sobre qué es lo que se investiga (y cómo).
Por otro lado, acabamos de publicar el libro Campo en formación. Textos clave para la crítica de literatura infantil a juvenil. Es un libro que editamos con Evelyn Arizpe, profesora de la Universidad de Glasgow y Andrea Casals, de la UC. Seleccionamos textos que nos permiten dar cuenta de una discusión que ha sido fundamental en el campo de estudios de LIJ en inglés: la discusión sobre qué es lo infantil en la literatura que se publica y selecciona para niños y niñas. Además incluimos una serie de textos que dan cuenta de los enfoques contemporáneos a temas como el género, las narrativas del yo, la ecocrítica, la traducción y la Fantasía Radical.
Finalmente, ¿qué libros nos recomendarías?
Esa es una pregunta que me hacen a menudo y que me es difícil de responder, porque para mí eso de recomendar es siempre súper concreto: para quién, para qué, para cuándo. Me encanta recomendar, pero lo vivo como lo de regalar algo: regalas lo que te gusta y crees que le va a gustar al otro. Algo a medio camino. Muchas de las cosas que más me han cautivado sí están recogidas en nuestra cuenta de Instagram @EstoTbn donde están nuestras recomendaciones y los comentarios que recogemos de nuestros colaboradores, niños, niñas y profes.
Macarena García, extraordinaria investigadora y gestora de la fundamental participación de niñas y niños en distintos ámbitos de la literatura infantil y juvenil. Gracias por participar en “Nidos de Colibrí, perfiles y quehaceres”.
Por Francisca Werth Coello & Paulina Boado Valdivia
Mayo 2023
IBBY Chile.